martes, 30 de marzo de 2010

Lo que me queda.

Hoy tengo solo un motivo.
Solo queda conmigo una ilusión.
Perdí un motor, mi mano derecha.
¿Porqué la perdí?
Quizá no le dí lo suficiente.
Quizá no soportó mi realidad.

viernes, 26 de marzo de 2010

Propiedad.

¿De qué soy dueña?
El ego me dijo hasta hace poco que era dueña de una casa, de un auto, de un perro, de un árbol y de muchas, muchas cosas más.
La realidad me ha mostrado lo contrario.
No soy dueña de nada, absolutamente de nada.
No soy dueña de los objetos, mucho menos soy dueña de ningún ser vivo.
No lo soy.
Parecieran estas una serie de afirmaciones mas que obvias, pero no lo son tanto.
Una se va creyendo poseedora de su entorno, cuando la verdad los objetos están allí, solo ocupando un espacio en el universo. Una se cree que puede ser dueña de algún ser viviente, el cual se puede ir en el momento que así lo decida o porque así corresponde a su destino. Una se cree que es dueña de su propia vida, pero un poder superior te demuestra que ni siquiera es tan tuya, que la puedes perder en cualquier momento.
Pero hay algo de lo que si soy dueña.
Soy dueña del aire que respiro en este justo instante, soy dueña de mis decisiones, soy dueña de mis ilusiones, soy dueña de mis sentimientos, soy dueña de mis intenciones y soy dueña de mis actos.
¿De qué soy dueña?
De mi libre albedrío.




miércoles, 24 de marzo de 2010

Dolor.

Cuando un amigo se va
queda un espacio vacío,
que no lo puede llenar
la presencia de otro amigo.

Cuando un amigo se va
queda un tizón encendido,
que no se puede apagar
ni con las aguas de un río.

Cuando un amigo se va
una estrella se ha perdido,
la que ilumina el hogar
donde hay un niño dormido.

Cuando un amigo se va
se detienen los caminos,
y se empieza a develar
todo el dolor del olvido.

Cuando un amigo se va
galopando su destino,
empieza el alma a vibrar
porque se llena de frío.

Cuando un amigo se va
queda un terreno baldío,
que quiere el tiempo llenar
con las piedras del hastío.

Cuando un amigo se va
se queda un arbol caído,
que ya no vuelve a brotar
pues el viento lo ha vencido.

Cuando un amigo se va
queda un espacio vacío,
que no lo puede llenar
la presencia de otro amigo.