viernes, 24 de julio de 2009

Filosofando al pato.

Fui al "Lago de los Reyes Aztecas", que se encuentra en la hermana república de Tlahuac. Es un lugar al estilo Xochimilco, con canales y trajineras para pasear.
Como soy un ser totalmente terrenal, evité a toda costa subirme a alguna de estas pinchurrientas embarcaciones, pese la insistencia de los lancheros que me invitaban a abordar ofreciéndome, además del disfrutable paseo, el privilegio de escuchar cantar a la señora gorda que estaba con ellos, la que además de deleitar mis oídos con "¿Me estás oyendo, inútil? de Paquita la del barrio, podía (la muy multifacética) prepararme unos deliciosos tlacoyos con nopales y salsa verde bien picosa.
Después de hacer un esfuerzo sobre humano para negarme ante tanto placer, me senté sobre el pasto, saqué un librito que llevaba en la bolsa y me dispuse a leer, sin hacer mucho caso a la humedad que mis pantalones de mezclilla junto con mis partes posteriores comenzaron a sentir.
"No arrugues que no hay quien planche" es el título del libro que de inmediato me llevó a la mas completa aburrición. Fue escrito por una Hada Nicaragüense cuya intención es la de motivar al lector a la manera de Miguel Ángel Cornejo, solo que ella en un estilo bastante pirata, región cuatro y para acabarla, de Petatiux.
Después de dejar la insulsa lectura y de lamentarme por los cuarenta pesos que gasté (no invertí) por dicho libraco en Wal-Mart, me vi obligada a aplicarme generosamente un repelente para moscos, los cuales ya me rondaban como niños a pastel.
En esas andaba cuando de repente, un "cuac-cuac" llamó mi atención. Provenía de un pato verdinegro que nadaba cerca de mí con cara de satisfacción.
-¿Y como no tendría esa cara?- Pensé yo. Viviendo como vive un pato.
Porque, ¡vaya vida la del pato!
Ave ridícula pero bastante privilegiada, ¿cuando calor?... nada, ¿cuando frío?... nido en tierra, ¿que tiene hambre en el agua? gusanitos, plantas acuáticas; ¿apetito en tierra? pastos, hierbas, insectos, migajas de pan...
¿Que se aburre de nadar y andar? Pues entonces... ¡¡ Vuela !!
Y es que, ¿qué le puede preocupar al pato? Pues lo mismo que hace: ¡¡ NADA !!
Sus crías le siguen en fila india todo el tiempo, no sufre las penurias del gato cuyos hijos muy chiquitos ya se trepan cientos de metros sobre el nivel del mar, tampoco las angustias del perro que vive con la eterna incertidumbre de no saber si sus cachorros acabarán en algún puesto de tacos, para deleite de un chilango cualquiera.
Si, el pato definitivamente es el consentido de la madre naturaleza, y lo peor es que el muy presumido ¡lo sabe! solo hay que ver su forma de caminar para darse cuenta de ello, engreído, despreocupado, contoneante y bonachón.
Tantos beneficios me hicieron pensar que quizá deba cambiar mi determinación de renacer en león y catafixiarla por la conveniente vida de pato.
Después de aquella profunda reflexión pensé también, que tantos días de vacaciones están confundiendo mis prioridades, ¡¡¡ el ocio y Animal Planet están modificando mis convicciones !!!.
Me regresé a casa antes de que tal cantidad de ventajas acabara por convencerme.

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